Como bien visteis en mi entrega anterior, visteis que uno de nuestros compañeros, el pequeño listo lo llamaré, no tenía el carné ni el pasaporte en regla, con lo que, tras mucho llorar a los de embarque, se nos quedó en tierra.
Esto nos hizo cambiar un poco la ruta de nuestro viaje.
La primera noche la pasamos en Frankfurt, una ciudad llena de contrastes, donde se pueden ver cosas como edificios medievales o decimononicos arropados por gigantescos edificios que si no eran rascacielos, eran rascanubes.
.El Lunes lo pasamos visitando la ciudad de Wuzburgo. Una ciudad cuyo mayor tesoro es el palacioResidentz.Se trata de una residencia arzobispal que tiene un fresco de Tiepolo realmente alucinante. En ella se representan los cuatro continentes conocidos, Africa, Asia, America y Europa. Era para quedarse allí mirando varias horas sin cansarse.
Foto sacada de http://www.chr.mergler.bnv-bamberg.de
Por la tarde nos dedicamos a pasear y ver el centro de la ciudad y a acercarnos al castillo, donde se realizaba una feria medieval. La gente vestía como los antiguos germanos y había actividades de todo tipo, desde tiro con arco a contacuentos. En perfecto alemán que no comprendiamos nadie.
Al día siguiente nuestro plan era bajar por diversos pueblos y ciudades de la Romantichestrasse, pero el hecho de tener que esperar al listo, hizo que pasaramos la mañana del martes paseando por Wuzburgo, e incluso nos acercamos a Nuremberg. Es una ciudad que ya conocía y que me gustaba bastante.
Asi que a las 7 de la tarde recogimos al listo y nos piramos para Füssen, con una pequeña parada en Rottemburg para cenar. Debiamos haber llegado sobre las 8 de la tarde, pero conseguimos llegar sobre las 1 de la mañana.
Füssen resultó ser, a la mañana siguiente un pueblo al borde de la fronterea de Austria y de los Alpes, y tan solo fue un lugar de paso que apenas nos dio tiempo a saborear. De allí nos dirigimos a nuestro objetivo Los castillos del Rey loco, de los que ya hablé en una entrada anterior. Solo diré una cosa. Preciosos. Allí se encuentra también el puente de Maria, un puente que yo, debido a mi pequeño vertigo, no me atreví a subir.
De allí fuimos a Grinau, en Garmish-Partenkirchen.
En ese día visitamos el pico Zugspitze. Como dije anteriormente, pico más alto de alemania, aunque el punto más alto del mismo se encuentra en Austria, de hecho podías ver a la gente escalando de verdad, y tu a unos quince metros aplaudir.
Contaré que se sube en cinco minutos de unos 1200 metros hasta la altura de 2990. Pasé autentico miedo. Aunque quiero volver a subir.
A la bajada, estuvimos en un pueblecito de montaña llamado Ommeraberaung, o algo parecido, donde, aparte de comprar alguna cosilla, nos dedicamos a comer y beber cerveza como cosacos, hasta el punto de ponernos a bailar con unos músicos tiroleses.
De aquí tuvimos la subida hacia Frankfurt haciendo escalas en diversos sitios. La Wieskirche fue una de ellas. Una capilla que es patrimonio de la Unesco. Un impresionante interior rococó en medio de un bucolico paisaje lleno de vacas.
Otra parada fue en Rothenburg, una ciudad que apenas fue destruida en la 2ª guerra mundial, y que conserva un toque romantico más puro que otras poblaciones.
Tras esto la llegada a Frankfurt, y aqui comienza otra historia.
Mas fotos en la pagina del listo.
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